La frase “Dios pone el querer como el hacer” se refiere a un concepto profundo que se encuentra en el corazón de la fe cristiana. Implica que Dios no solo desea que hagamos su voluntad, sino que también nos da la fuerza y la capacidad para hacerlo. Es una promesa de liberación, una invitación a una vida transformada por el poder de Dios.
Imaginemos a un escalador que se enfrenta a una pared rocosa. Si solo dependiera de su propia fuerza, es posible que se sienta débil e incapaz de llegar a la cima. Sin embargo, si tiene un compañero que le asegura una cuerda, puede confiar en su ayuda para avanzar. De la misma manera, Dios nos ofrece su gracia, su apoyo incondicional, para que podamos superar los obstáculos de la vida y llegar a la meta que nos ha propuesto.
La voluntad de Dios: Un camino de libertad
La voluntad de Dios no es una carga opresiva, sino un camino hacia la libertad. No se trata de una lista de reglas que nos limita, sino de un plan de amor que nos guía hacia la plenitud. Cuando nos abrimos a la voluntad de Dios, descubrimos un propósito para nuestras vidas que nos llena de alegría y satisfacción.
La historia de Abraham es un ejemplo de cómo la voluntad de Dios puede llevarnos a un terreno desconocido. Dios le pidió a Abraham que dejara su tierra natal y viajara a una tierra que él le mostraría. Esta petición implicaba un gran sacrificio, pero Abraham confió en Dios y recibió grandes bendiciones. La voluntad de Dios no siempre se entiende de inmediato, pero cuando confiamos en ella, encontramos un camino que nos lleva a un lugar mejor.
La acción de Dios: Un poder que nos transforma
Dios no solo nos da el deseo de hacer su voluntad, sino que también nos da el poder para hacerlo. Este poder no proviene de nuestras propias fuerzas, sino de la gracia de Dios que obra en nosotros. La Biblia nos dice que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
La transformación que Dios realiza en nosotros no es instantánea, sino un proceso gradual que requiere nuestra cooperación. Es como un jardinero que cuida pacientemente una planta. Él la riega, la poda y la protege del sol, para que pueda crecer fuerte y saludable. De la misma manera, Dios nos acompaña en nuestro camino, nos da la fuerza que necesitamos y nos guía hacia la madurez.
Ejemplos de la acción de Dios en la vida de las personas
La historia está llena de ejemplos de personas que han experimentado el poder de Dios en sus vidas. San Pablo, un perseguidor de cristianos, se convirtió en un apóstol que difundió el evangelio por todo el mundo. Su transformación fue radical y demuestra la poderosa acción de Dios en la vida de las personas.
También podemos observar cómo la acción de Dios puede cambiar una comunidad. En el terremoto de Haití, la ayuda humanitaria y el espíritu de solidaridad se manifestaron de manera poderosa. La comunidad se unió para reconstruir sus vidas y ofrecer apoyo a los necesitados. Este es un ejemplo de cómo el amor de Dios puede inspirar acciones que transforman el mundo.
La gracia de Dios: Un regalo que nos libera
La gracia de Dios es un regalo que nos libera de la esclavitud del pecado y nos permite vivir en libertad. La Biblia nos dice que “Por la gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). No podemos ganar la gracia de Dios con nuestras propias obras, sino que la recibimos como un regalo.
La gracia de Dios nos da esperanza en tiempos de dificultad, nos llena de fortaleza cuando somos débiles y nos guía hacia el camino correcto. Es un poder que nos transforma desde adentro y nos ayuda a vivir una vida plena y significativa.
La frase “Dios pone el querer como el hacer” es una promesa de libertad y un llamado a la acción. Si confiamos en Dios, él nos dará la fuerza para hacer su voluntad y experimentar la plenitud de la vida. Dejemos que la gracia de Dios nos transforme y nos guíe hacia un camino de amor, esperanza y libertad.
Preguntas Frecuentes: Dios pone el querer como el hacer
¿Qué significa “Dios pone el querer como el hacer”?
Esta frase, proveniente de Filipenses 2:13, refiere a la obra soberana de Dios en la vida de los creyentes. Dios no solo nos da el deseo de hacer su voluntad, sino que también nos da la capacidad y la fuerza para llevarla a cabo.
¿Cómo funciona la obra de Dios en nuestras vidas?
Dios utiliza su Espíritu Santo para inspirar en nosotros el deseo de hacer su voluntad. A través de su gracia, nos da la fuerza para obedecerle y vivir una vida que le agrade.
¿Qué implica esta enseñanza para nuestra vida?
Entender que Dios pone el querer como el hacer nos lleva a confiar en él, a buscar su voluntad en todo, y a depender de su poder para obedecerle.